Ökologie

Ökologie

Miguel Ángel Curiel
ÖKOLOGIE
Colección
: Rayo Azul Poesía.
Novedad
ISBN
: 978-84-126792-7-4.
NºPágs: 192. Peso: 275grs. Medidas: 14x23cm.
Encuadernación: rústica con solapas.
C/IVA 18€ / S/IVA 17,31€

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Miguel Ángel Curiel, Korbach Valdeck, Alemania, 31 de marzo de 1966, poeta español. En el año 2000 gana el accésit del premio Adonais con el libro El VERANO.
Desde entonces su obra poética se aparta definitivamente de las tendencias poéticas más dominantes y vigentes en nuestro país, hasta desarrollar una voz original e inusual en la poesía española actual.
Miguel Ángel Curiel ha sido becario de la Academia de España en Roma, -Beca Valle Inclán para escritores entre los años 2009 y 2010-. A lo largo de su ya larga trayectoria, que se inició con el accésit al premio Adonais en los albores del cambio de milenio, la crítica ha destacado de su obra la hondura y también la experiencia liminar entre el Eros y el Thánatos, así como su no amoldamiento a las actuales modas o modos de la poesía española.Curiel suelta pedazos de sol o de noche por la boca y no sabe por qué, los mastica, calla más por lo que no sabe que por lo que sabe.

Ökologie. En la obra de Miguel Ángel Curiel reconozco a una figura de mi infancia rural: la del rebuscador de maíz o de aceitunas. ¿Qué hacían esos rebuscadores? Espigar y recoger aquello que había quedado en los campos después de alzada la cosecha. Entre esa tarea, amparada por el Derecho romano, y la poesía de Curiel me parece que existe una íntima correspondencia: el que rebusca es capaz de encontrar frutos en donde otros han estado antes, encuentra en un lugar donde lo lógico sería que ya no quedara nada. No hablo de un arte del objeto encontrado ni del desecho como en los dadaístas, sino de saber ver donde todo parece que se ha calcinado. Y eso es lo que hace Curiel, que escribe como un presocrático, exprimiendo cinco elementos primordiales (tierra, agua, fuego, aire y cielo), pero sin olvidar el vacío que los contiene a todos. El poema hace de sí mismo tierra quemada, lugar para el rebusco y el rastrojeo, sitio para sus propias contaminaciones e injertos.
Aprecio especialmente sus derivas por caminos que va abriendo al mismo tiempo que los nombra: se hiere las manos en la maleza, arranca, entierra o exhuma un dolor antiguo, se desarbola y nos desarbola en esa búsqueda. Su escritura, bajo la sombra cárdena de los expresionistas alemanes, puede emparentarse con lo que Alain Badiou ha llamado acontecimiento: no se inserta en un orden existente, alumbra lo imprevisible, brota una verdad hasta entonces no considerada. Estamos ante un poeta que necesita comerse las cosas, incorporarlas para saber cómo son: «Cada noche se estruja uno de mis ojos, me lo como». Solo ve a contraluz y, en ese entrever, hace resonar las huellas del mundo, crea su presente.

JOSÉ ANTONIO LLERA