Viajeros que regresan al Tren Hullero
Jesús Diéz Fernández
Colección: Narrativa
ISBN: 978-84-120212-3-3
262 págs. 400 gr. 15 x 23 cm
Encuadernación: Rústica
C/IVA 16€ / S/IVA 15,38€
Jesús Díez Fernández, nació en Sopeña de Curueño (León). Comenzó escribiendo poesía, ocho poemarios publicados, algunos de sus títulos: Clepsidra de otoño, Velamen de poniente, La nieve ¿Qué silencio? Como narrador, su obra la componen dos libros publicados en esta misma editorial: La nieve sin derretir, Las ciudades que soy. Con este nuevo libro de relatos, Viajeros que regresan al Tren Hullero, queda conformado el mapa de una trilogía-autorretrato del escritor. También tiene publicados tres libros de fotografía, un equipaje de imágenes con las que busca contarnos el mundo: Afluentes del Curueño, Miradas en lo invisible, Carbonilla en los ojos.
En este libro, Viajeros que regresan al Tren Hullero, he querido subir y bajarme, de este tren, en muchas estaciones, incluida la del olvido. Cruzarme con las miradas y los ecos de otros viajeros y narrarlo, buscando la realidad, la lucidez del sueño y del recuerdo, de los deseos, de los descubrimientos. Y con todo ello formar un filandón, haciendo que el ferrocarril se estremezca a la velocidad de las emociones humanas.
Este libro, también, es un viaje crepuscular en un tren con muchas vidas, habitadas dentro de los 125 años de su historia. Los viajeros hemos sacado billetes de ida y vuelta, regresando de la mano de Ulises y sus Ítacas. Desde muy niño me subí en sus vagones, para ir hasta el final de los raíles, al encuentro de la extrañeza y la ciudad, siempre queriendo ser un viajero sin brújulas. Tomarme tiempo desde las ventanillas, mirar hacia afuera, ver sucederse los paisajes y sentir, cómo adquieren vida las estaciones borrosas. Mirar hacia adentro del vagón, conocer y compartir con los que van a tu lado, dudas y certezas. Ahora, he pedido prestado la respiración, la belleza, la fuerza de las locomotoras de vapor, para mirar sin titubeos la ubicación de los cambios de vía. Todo se creó en un verso, que es una pregunta, y llevo escrita con carbonilla en el dorso de mis manos: ¿Será tú vida, lo que imaginas vivir?